lunes, 16 de febrero de 2009

Nuevo sistema antigoteo.

Un joven inventor mendocino asegura haberle encontrado solución a lo que, según señala, ha sido un histórico y significativo problema para el mundo del vino de alta gama: evitar que, una vez servido en la copa, la gota del elaborado se deslice a lo largo del cuello de la botella, so riesgo de manchar la etiqueta, la mano del consumidor, el mantel y otros elementos dispuestos para el servicio. Tremendo pecado para los más ortodoxos amantes de los tintos, blancos o rosados.

Javier Fornés (35) ya tiene en trámite de patentamiento un sistema antigoteo que forma parte del mismo envase del vino: se trata de un recubrimiento que se coloca en el anillo de la boca (el orificio por donde se vierte el líquido).


Lottus Drip se denomina el sistema ideado por el mendocino, quien señala que para su invención recurrió a la nanotecnología y se inspiró en la microestructura que tienen las superficies de algunos seres vivos –como la flor de loto asiática, de ahí su nombre– y que impiden que se escurran los fluidos. Así, logró un tratamiento que puede ser en pintura o laminar, de color o transparente, y que se aplica en el momento de la fabricación del envase, en la etiquetadora o cualquier sitio antes del encapsulado del envase. Algo que, al decir del investigador, ha sido un “eterno problema que la tecnología de nivel mundial nunca pudo solucionar de forma práctica”, ya que hasta el momento ni fábricas ni embotelladoras habían logrado un dispositivo antigoteo que no provocara “por su falta de estética, rechazo por el cliente entendido y por los consumidores en general”.


“Apenas encarecería la botella en $0,10”, asegura el inventor y muestra un informe del Instituto Nacional de Investigación Tecnológica (INTI), que indica que los materiales empleados para el Lottus Drip pueden entrar en contacto con bebidas o alimentos.


Fornés, quien carece de estudios especializados y se dedica a la investigación independiente, está convencido de que el Lottus Drip evitaría tener que recurrir a otros sistemas ya existentes en el mercado y que requieren ser colocados en el cuello de la botella: el aro de metal y felpa, el pico vertedor o el difundido drop–stop (esa lámina circular de plástico metalizado que se enrolla y se coloca en la boca del envase). Además, remplazaría estrategias más sencillas –y en realidad sin costo alguno– como girar suavemente la botella una vez que se sirvió el vino o envolver el cuello con una servilleta.“Este dispositivo, a diferencia de otros, permite lucir la botella sin alterar su diseño, algo muy importante para los gustadores de los vinos de alta gama”, acota el investigador, quien –por supuesto– quiere vender su ”innovación”.


Fuente: diariouno.com.ar - Ariel Sevilla - http://edimpresa.diariouno.com.ar/2009/02/15/nota205475.html

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