lunes, 16 de febrero de 2009

Familia sustentable, en la tierra del mejor Torrontés


Ellos son los más conocidos de Cafayate, en donde el carismático Palo Domingo y sus tres hijos, Osvaldo, Rafael y Gabriel, todos ingenieros agrónomos, aportan al proyecto familiar común llamado Domingo Hermanos. Si bien su epopeya es la de los vinos cafayateños, especialmente las tradicionales damajuanas de tinto y del blanco torrontés, la diversificación y la modernización los llevaron por diferentes caminos, que siempre se conectan. Con los antiguos viñedos de 1900 producen sus “incunables”: Palo Domingo (el emblema familiar), Rupestre y Domingo Molina, que lleva el apellido de la esposa y alma máter de la familia, que los convoca diariamente para el almuerzo compartido …

Rafael Domingo, el hijo del medio, es el enólogo de la familia y está al mando de una ambiciosa obra en las alturas de la zona. Edifica una nueva bodega en Finca Las Flechas, a 2200 metros, que contará con un centro de visitas especializado y un restaurante con vista a los viñedos y al colorado valle. La zona en la que se ubica se enmarca entre antiguas construcciones indígenas que serán recuperadas y otras ya recicladas en donde viven trabajadores de la bodegas y gente de la comunidad. Los Domingo construyeron -respetando los materiales de la zona- una capilla y un centro de artesanado donde los lugareños se reúnen y venden sus productos a los turistas.

“Estamos íntimamente ligados con la comunidad, ya que el personal que trabaja en nuestra empresa es de Cafayate, donde tenemos relaciones laborales y afectivas de largos años”, comenta Rafael. La bodega en construcción está pensada para producir vinos de alta gama, con viñedos de cien años que dan malbec, cabernet, syrah y merlot. Contará con un sistema de riego por deshielo y manejará todo los procesos por gravedad. “Como en todos los emprendimientos, buscamos que esté presente la zona y la tipicidad del malbec local, que se caracteriza por ser más picante y mentolado. En Cafayate se arrancó todo el torrontés y se plantaron uvas tintas; nosotros continuamos con el torrontés, pero cambiamos la manera producirlo”, explica.

En el valle, las cabras se preparan para dar su mejor leche y lograr sabrosos quesos. Cabras de Cafayate está a cargo de Gabriel, el hijo menor y además bombero. Los animales son tratados como en un hotel cinco estrellas: para el ordeñe, se valen de parlantes y música clásica que evitan el estrés del animal y la mejor producción de leche.

Todos los emprendimientos tienen un sistema completo de reciclado. El residuo de la viña, las semillas y el mosto se usan como abono y tienen gran utilidad en la cría de cabras, ya que el orujo las alimenta y aumenta su fertilidad. El guano de los animales fertiliza la viña y el suero que se descarta en la producción del queso alimenta a los cerdos de la zona.
Fuente: La Nación - Sabrina Cuculiansky

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